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lunes, agosto 06, 2007

A confiar se ha dicho 

En general, si recordáramos más seguido lo que nos enseñaron de chicos, varias veces por día daríamos las gracias. En mi caso, arranco diciéndole "gracias" a Aurelio porque sostiene la puerta de calle para que no se me cierre justo cuando estoy saliendo, al chofer del bondi cuando saco el boleto, al que me da el primer mate, al que me convida una galletita, al que me llama, etc.

Hoy me sorprendí con algo que le dijeron "gracias por confiar en mi". Al ser vía e-mail el agradecimiento, tuve tiempo de pensar la respuesta. De hecho, todavía no se la di. Sólo dilaté el tema y le dije "te escribo esta noche".

Recurro al diccionario para no errarle a la interpretación:

Confianza: esperanza firme que se tiene de alguien o algo.
Esperanza: estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos.

Leyendo varias veces las definiciones...alguien podría agradecerme por haber depositado confianza? Capaz tiene que ver con eso de "el que se quema con leche ve una vaca y llora" o quizás porque quien me lo dijo no está acostumbrada a confiar. Ojalá no sea esto último...no creo que sea agradable sentir, en principio, desconfianza hasta que me demuestren lo contrario.

Las 40 cuadras que separan la oficina de mi casa, las usé para analizar la situación y analizarme.

El mes pasado, una tarde, pasé a comprar entradas para el teatro. Me dio sed, paré en un kiosco, compré una botella de agua mineral de 750 ml...tomé un trago al toque, pagué, compré algo más y me fui. Hice un montón de cosas...ni se a qué hora terminó mi jornada.

Al día siguiente pasé a buscar a mi sobri para ir al teatro. Se le antojaron los mismos dulces de siempre...caímos al mismo kiosco. Mientras me cobraba, la mamá del chico de la caja le preguntaba algo. El hijo le dijo "no se, preguntale". Y la señora me preguntó. Me dijo "vos ayer pasaste por acá cuando ibas a comprar entradas para el teatro?". Asentí. Con una sonrisa me informó que me había olvidado la botella de agua que había comprado y que ella me la guardó en la heladera. Le di las gracias y me la llevé. Después de los dulces vino bien el agua.

El comentario de mi sobrina fue "tía, eso te pasa sólo a vos". Quiero creer que eso no es así. A todos nos pueden pasar esos pequeños detalles que nos hagan ejercer a diario al confianza como primer sentimiento.

Y acá va la historia: hace unos días me di cuenta que cierto objeto que quería comprar no venía más a Argentina...ni siquiera a latinoamérica. Entré a Google, puse el nombre del objeto y encontré una página que lo citaba como algo lindo. Al pié de la página había un link de "Contáctenos"...y los contacté.

Me respondió una muchacha con muy buenos modales...me dijo que sólo citó el objeto como comentario...pero que no lo vendían.

Repetí su gesto generoso, le di las gracias y le expresé que me hubiese gustado encontrar lo que estaba buscando. Saben qué me preguntó "querés que te lo compre y te lo mande?". Los desconfiados dirían "que seguridad tenés que te lo mande después de haber pagado?". Hice lo adecuado...deposité el precio indicado. Luego, me fue informado que el paquete iba a llegar el Lunes. El mismo desconfiado diría "si, si, Lunes de qué semana?". Y pasó lo que tenía que pasar: a las 16.00 recibí la llamada de una persona que, recién llegada de Madrid, me traía el objeto que había solicitado. No voy a cometer la infidencia de decir el cargo que ocupa esta persona dentro de una estructura gubernamental...sólo puedo decir que reforzó mi confianza el saber que trabaja en la embajada y me acercó el paquete de "gauchada".

Al agradecer a Soledad, ese era el nombre de quien lo compró en Madrid y a Juan, quien me lo entregó en Buenos Aires, por sus gentilezas, recibí del otro lado ese "gracias por confiar en nosotros". Y por qué no debía hacerlo?

Dicen que nuestros ojos ven sólo lo que nuestro cerebro dice que es posible.

Ya se que no podemos cambiar el mundo...pero quizás podamos cambiar nosotros...que de última formamos parte del mundo e indirectamente estamos haciendo que el mundo cambie.

No es tan difícil ejercer la esperanza y la confianza...sorpresas se llevarán si se dejan llevar por su instinto.

María, confiando porque está en mi naturaleza...
P/D. Sólo para ser contradictoria, escuchemos "Desconfío de la vida"

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domingo, enero 14, 2007

¿Dónde hay un mango? 

Domingo. A la tarde fui a visitar a mi madre. En la semana pasó por una verdulería del barrio en la que estaban descargando mangos. Esperó que los acomodaran y compró 1 (uno) para mí.

Raro para los que hemos vivido en provincia tener que comprar esa fruta que estamos acostumbrados "tomar sin consentimiento" de los vecinos que tienen esos árboles en sus patios. En éste caso, los árboles de mango se encontraban en el patio de la escuela Normal. Sé que el delito ya prescribió, pero no podría dar detalles...los he olvidado. Sé que alguna que otra siesta, no se de qué manera, entrábamos a los patios de la escuela Normal Mixta Doctor J. Alfredo Ferreyra provistos de una tacuara con un gancho en la punta y una bolsa. Alguno se trepaba, enganchaba y cortaba. Otros esquivábamos las fruta en su caída, los recogíamos y embolsábamos. Todo eso en un corto período de tiempo. Después todos al Correo. No es que los íbamos a sacar del condado en alguna encomienda, mis hermanas y yo vivíamos ahí.

En un silencio casi sepulcral subíamos a la terraza a disfrutar del botín. Jamás nadie confesó el delito...o por lo menos nunca me enteré, nunca recibimos castigo más que malestar estomacal si alguna fruta se encontraba en mal estado.

A modo de postre pelé el regalo de mi madre. Olí la cáscara, cerré los ojos y me vi montada en la bicicleta amarilla cargando una bolsa. Era más que "olor a mango"...era olor a travesura. Olor a siesta de verano.

Lo terminé de comer, la mitad en mi aparato digestivo, el 80% de las fibras entre mis dientes de adelante. Inevitable que eso pasara. Respecto del líquido, no se qué porcentaje, pero diría que gran cantidad terminó chorreando en la ropa, como siempre.

Cosa rara para nosotros en aquella época y lugar, concebir la idea de comprar fruta. ¿Para qué? En cualquier casa se encuentran naranjas, mandarinas, limas, limones, pomelos. En el patio del correo paltas. En lo de un vecino que no recuerdo el nombre, mamones. En la esquina del colegio, nísperos. Mangos en la normal. Sandía y melones en el fondo de la casa de Bordón. Choclos y calabazas en lo de mi hermana. Creo que lo único que se compraba en la verdulería eran bananas, duraznos, ciruelas y manzanas. El resto era todo de rapiña.

Cuando recién me mudé a la ciudad me extrañaba tener que ir por todo eso al supermercado, aunque lo que recuerdo con más asombro fue la primer vez que me mandaron a comprar "un kilo de tierra". Me quedé esperando que mi madre se corrigiera. Evidentemente no quería que comprara eso. Pero me lo repitió..."comprame un kilo de tierra". Y hoy la compro yo en el supermercado para mantener en condiciones a mi jazmín...pero sigue pareciéndome tan extraño como la compra de los acres en la Luna.

De querer comprar tierra, me compraría una hectárea, pensaba. Como vamos a comprarla de a kilo. La gente pudiente se hará descargar 2 (dos) quintales en el patio?

Cosas raras compra el citadino: rociador para las plantas, batidor para capuchino, piedritas sanitarias, recortes de fiambre, comida para peces, máquina para hacer pan, masajeador capilar para combatir el stress, alpargatas bordadas/pintadas, balanza de cocina, candado para bicicleta, jeringa mata cucarachas, té de frutas rojas, etc, etc, etc.

Cuanto progreso, no?

María, mirando a mi alrededor, casi con pena, pero sin vergüenza, me parece que soy citadina.


Una canción diferente


Dame amor, dame tu corazón,
dame tiempo para respirar, está muriéndose el sol,
dame música para crear, una nueva canción...
Se abren espacios en el medio de la jungla,
son nuestras voces que se escuchan, juntas.
Dame amor,
que estoy de muy mal humor,
me revolqué por la realidad,
y ahora estoy destruída.
Necesito tu amor,
ya no me aguanto una mentira más,
yo con mi cuerpo de mujer,
te voy a dar la verdad...
Si todo el mundo vive haciéndonos la guerra,
yo necesito amor que me des tu paz,
necesito arrancar todo lo que me hiera,
necesito amor, necesito más, más libertad...
Necesito arrancar todo lo que me hiera,
necesito amor, necesito más,
necesito arrancar todo lo que me hiera,
necesito amor, necesito más, más libertad...
más libertad... más libertad...
más libertad...



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