Rico, pero rico, rico, eh?
Hace un rato, en la puerta del edificio donde trabajo, volví a ver al mismo señor que cada noche duerme en esa vereda.
Me acerqué. Lo saludé. Él hizo lo mismo, pero acompañando su saludo de una gran sonrisa. Le pregunté si quería tomar algo calentito o comer un sandwich o algo del kiosco. Me agradeció y me dijo "gracias mi hijita...yo no necesito nada...tengo todo". Nos dimos las buenas noches y me fui. Hice unos pasos, giré. Me levantó la mano y me saludó.
Si tuviera que encontrar una palabra para definirlo pude haber dicho desde homeless hasta pordiosero, linyera, indigente, etc, etc, etc. Sin embargo, según mi definición, ese caballero es un millonario: no necesita nada. O mejor dicho, nada de lo que yo podía ofrecerle pareció necesario para él.
Me fui, acusando la cachetada que me aplicó la tarde en forma de sonrisa.
María, acomodando en una repisa sus prioridades, necesidades y anhelos...
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