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domingo, enero 21, 2007

Dicen que la distancia es el olvido...yo creo que es todo lo contrario 

De todas mis amigas, la que está más cerca es la que vive a 3 (tres) cuadras de casa y trabaja en el edificio que queda justo enfrente del que trabajo yo. Hace unos meses estábamos en el mismo edificio...3 (tres) pisos de diferencia. Contados con los dedos las veces que nos vemos.

Le están haciendo su vestido de novia en el local que está en la planta baja del departamento donde vivo. O sea, más cercanía IM-PO-SI-BLE.

La última vez que nos vimos fue a finales de Octubre. Nos solemos llamar. A veces nos mandamos algún e-mail para saber como estamos, pero no coincidimos nunca. Postergamos el festejo por mi cumpleaños. Postergamos el festejo por su cumpleaños. Unos días antes de Navidad nos íbamos a encontrar, pero su visita al astrólogo hizo que también postergáramos ese encuentro. El acto de entrega de diplomas de mi sobri provocó otra postergación. Y de esas tenemos un montón.

Cuestión que el Domingo me avisó que se iba, por trabajo, 3 (tres) semanas afuera. El Lunes hablamos cuando estaba por subir al avión. El Martes me pasó el nombre del hotel. Afortunadamente tiene página de Internet donde aparece el número de teléfono. La llamo, me llama, le escribo, me escribe. Aprendimos a usar el Skype. En definitiva: el hecho de saber que está más lejos de lo habitual hace que se produzca ese efecto llamado "echar de menos"...que desaparece automáticamente cuando estamos a menos de 100 (metros).

Qué raro, no? Unos minutos antes de la medianoche hablamos nuevamente. Intenté darle "tarea para la casa". Consiste en un plan para que "socialice" y no se quede en el hotel o no haga típicas salidas con los mismos compañeros de trabajo con los que está acá todos los días. Le sugerí que vaya a tomar un café, que hable con la mesera, que no tome café con leche con medialunas sino que se anime a probar algo más. Todo puede ser una aventura...si nos lo proponemos, claro...

Me acordé de mi primer viaje a Lima. No conocía a nadie. Iba a trabajar, pero con las noches libres. Una de las primeras, sin decir nada a mis compañeros de trabajo, bajé al hall del hotel y hablé con el botones, el conserje y los cocineros. Les pregunté donde podía ir, les dije que quería conocer algo bonito. Se miraron y coincidieron con la mirada. Esa noche tocaba un cantante desconocido para mí y ellos me decían que era bien bueno...pero que no iba a conseguir entradas, estaban agotadas y eran carísimas.

Mi presupuesto era escaso y lo sabían. El señor que preparaba el desayuno me regaló una manzana para que coma por el camino y el botones que se retiraba me acercó en su moto al lugar este. Barranco se llamaba la zona, el lugar no recuerdo.

Me llegué al pub. Pedí hablar con el encargado. Le expliqué mi condición de turista, por el "dejo" se dió cuenta que era de verdad. Le dije que no conocía al cantante, pero que sentía que debía entrar. De paso, mientras él pensaba, le pedí que me mostrara donde podía tirar las semillas de manzana, no quería ensuciar la vereda. Me dejó entrar, me mostró el tacho de basura y me dejó sentar en lo que sería la primer fila...un rincón pegado al escenario...sin nadie delante. A poquitos metros de una silla vacía. Sin silla, obvio. Pero qué importaba!!! Pasados unos minutos, mientras todos se acomodaban, un mozo me convidó un vaso Pisco Souer que agradecí mucho. También primera vez con ese trago.

Empezó la función. Un pelado, vestido como cualquiera de nosotros, se sentó en la silla vacía, tomó la guitarra y por arte de magia se produjo una conjunción entre el sonido de las cuerdas y de su voz que me provocó el único llanto de todos mis viajes a Lima. Una energía increíble. No sé cuanto tiempo duró...sé que fue el necesario para saber que jamás me iba a olvidar de esa noche. Al terminar agradecí al señor que me consiguió el lugar. Me dijo "no lo hice porque eras turista sino porque eres humilde...no me ofreciste dinero". Y qué le iba a ofrecer si no tenía?? ;)

Volví al hotel. Me esperaban todos para que les cuente mi experiencia. Feliz, feliz, feliz, feliz. Les pedí que no contaran nada, mis colegas no lo hubiesen aprobado.

A partir de esa noche, cada uno de ellos me puso un objetivo diario para alcanzar el objetivo final: conocer, disfrutar, pasarla bien, tener ganas de volver (ya volví 3 veces), y no olvidarme nunca de ellos. Podría nombrarlos a todos, pero ellos saben quienes son...nos seguimos escribiendo.

El día que me iba, una amiga me puso un apodo que me acompaña hasta hoy: Imelda Marcos en zapatillas. Estaba de zapatillas y todos los empleados del hotel me vinieron a despedir con un beso. juajuajuajua...me dió mucha risa al principio, pero después me dió orgullo.

Ahora la historia es al revés: hermanos latinoamericanos (panas) vienen a trabajar a mi país y yo me ocupo de indicarles donde ir o qué conocer. Los invito a mi casa y nos vamos transformando en amigos. Mis compañeros me dice "Roberto Carlos". Cuando algún desprevenido pregunta "es por lo del millón de amigos de la canción?", Esqui de ocupa de repetir la chanza que nos divierte: no, es porque le pega con 3 (tres) dedos y la clava en el ángulo. Quizás algunos no lo entienda o a otros no les divierta...a nosotros, gente simple de provincia, nos provoca la misma risa. jajaja.

María, preparando el itinerario para mi amiga que está lejos...va a tener que "cumplir" un plan que le asegure que va a volver con algún recuerdo que no tenga que ver con almorzar en la planta, comer con los chicos con los que viajó, ver tele y hablar por teléfono...nooooooo.
P/D. Tory, te acordás que nosotras tenemos fotos hasta con un carabinero en el patio de la moneda?? Qué épocas!!!!


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Voy a ser magia con un verso aquí esta noche,
Voy a intentar recopilar el corazón,
Poquito a poco confesar mi diario y mis formas de amar
Hoy mis palabras solo muestran lo que soy

Soy tan complejo como un libro de teorias
Y tan sencillo si me pongo a hablar del sol
Dicen que suelo ser cantante de una cantina o restaurante
Y ser Famoso con una canción de amor.

Me corto el pelo porque detesto peinarme
Y este tatuaje no es una cuestión de look,
Vendí juguetes en la calle
Dormí en la playa y en el parque,
Me enamore de mi guitarra en un balcón.

Tengo en un libro las palabras de mi madre
Y en el recuerdo de mi padre una oración,
Me dieron tantas cosas buenas,
Me dieron alas y mil pruebas,
Me enseñaron siempre a pedir por favor.

Tengo una niña que me alumbra la mañana
Y una mujer que me acelera el corazón,
Tengo defectos y virtudes
A veces paro por las nubes
Cuando me hablan y yo no presto atención.

Hoy se desnudan sin temor mis alegrías
Y mis tristezas las descubro sin pudor,
Hoy sigo siendo el amo y dueño
De mis historias y mis sueños
De mis Viernes por la noche en La Estación.




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