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miércoles, septiembre 05, 2007

Esta vez me tocó a mi... 

Después de tu convincente "no te quedes..."...no me quedé...

Abordé un taxi con rumbo a casa. Recordé que debía dejarle unos papeles a mi madre, la llamé y le pedí que me esperara en la puerta de su casa. Llegamos, hicimos el intercambio y me fui. Cerró rápido la puerta de calle porque "los chicos" estaban con ella y temía que se escaparan. Los chicos son sus gatos...Pulguita y Mickey.

El taxista que me esperaba escuchó el comentario y acotó "qué cosa linda los gatos...yo me voy a comprar uno". Sin mi participación no podía haber diálogo...escuché parte de su monólogo. Que los gatos son limpios, compañeros e intuitivos. Seguí obsequiando mi silencio...y me dispersé. Hacía más o menos una hora me había encontrado con un amigo al que hacía un montón no veía...estaba hermoso como siempre...quedamos en vernos la semana que viene para ir a ver Cabaret. Me había parecido graciosa la manera de encontrarnos y me invadió una especie de "humor inexplicable". Y el tipo seguía hablando de los gatos...y repitiendo lo mismo una y otra vez. "...en la tapa de Clarín apareció una nota que hablaba de la intuición de los gatos. En un sanatorio de no se donde, había un gato de nombre Morris o Norris, que se acercaba a la cama de los enfermos. Si adoptaba una pose característica en él...al otro día el paciente se moría...por más bien que estuvieran. Era como si el gato lo anunciara. Si, si, la tapa de Clarín...y eso tiene que ser verdad...Morris o Norris le decían. Él se acercaba, se sentaba y al otro día se morían...él sabía".

Ya estábamos en modo "letanía". Decidí aportar. Craso error...no se puede intentar ser graciosa con una persona en esas condiciones. Le dije "entonces lo que usted dice es que es gato estaba enfermo y mataba a los pacientes a los que se le acercaba? Qué animal ladino". Hizo oídos sordos y siguió..."yo me separé y me quedé con los gatos de mi mujer...2 siameses...hermosos...me voy a comprar uno para que me acompañe. Mi mujer está en Europa con mi hijo...y yo me voy a comprar un gato...pero SIAMÉS...como los que eran de ella...".

Sin la menor dosis de intuición...ni de tacto...lo miré por el espejo y dije "entonces usted todavía está enamorado de su mujer". Saltó como si lo hubiesen picado unas hormigas coloradas..."no, no, nada que ver...eso me dice mi mamá...pero no...un gato te da más amor que una mujer o que un hombre...y no es que yo sea raro...pero un gato es muy intuitivo...sabe todo...en Estados Unidos un gato se acercaba a los pacientes y al otro día morían...".

Repetí el comentario desacertado: entonces ese gato estaba apestado y mataba a los pacientes a los que se les acercaba...vio...esos animales traen enfermedades...por eso no me gustan...dejan pelos por todos lados...y ahora lo que usted dice...matan a personas sanas.

Como si hubiese tocado su honor, con tono firme me aclaró: ni Ignacio...Nacho...ni Frodo tenían ninguna enfermedad. Se me murieron de tristeza. Y me voy a ir al Parque Domínico a comprar un gato siamés para que duerma conmigo. Y no me va a enfermar. Y usted mejor bájese porque no entiende nada.

Y tenía razón...yo no entiendo nada. Pagué el viaje y me bajé. Tomé el auto de atrás. Di las buenas noches he hice silencio hasta casa.

María, declarada persona no grata en algunos vehículos de alquiler...

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

una vez aquí en madrid también me hizo un taxista bajar, por pasarme yo de gracioso

desde entonces me ando con mucho cuidado e intento ser lo más discreto posible en conversaciones de ese tipo, y la verdad es que a menudo se hace mejor el viaje en silencio, rara vez encuantras a alguien con conversación que te apetezca

un
amor
grande, maría,

amor

:-)

7:49 p.m.  

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