De barquitos y caballos
Hace unos años, un ministro de economía dijo entre lágrimas ante un grupo de jubilados "Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo"...y qué pretendía? La moneda señor...la moneda...
Recién terminé de admirar la moneda de 2 (dos) centavos del año 1885 que acabo de conseguir. La coloque entre las muchas que tengo de centavos de Peso Ley 18.188, Pesos Moneda Nacional, Australes, Pesos Argentinos, Pesos, etc, etc, etc.
Cada tanto las saco, limpio, miro y vuelvo a guardar. Cada una tiene una parte de historia, mía, del país o de alguien más.
De todas, hay 2 (dos) que son mis favoritas: 10 pesos moneda nacional que llevaba en la cara un caballo con un gaucho montado y la de 5 pesos moneda nacional, que llevaba un barquito en la cara.
Casualmente con esas empezó mi buena fortuna. Me encontré con ellas en la puerta del Correo. (Puedo contarlo ahora porque habiendo pasado tantos años nadie me las reclamará). Juro que intenté encontrar a quien las había perdido, pero era de siesta y no quedaba nadie en la cuadra. Las lavé, las sequé, las lustré y empecé a planear lo que iba a hacer. Nunca me habían mandado a comprar nada con dinero. Solía traer algo del almacén, pero el pago era "dice mi mamá que lo anote en la libreta". Desconocía el valor del dinero mas estas monedas me parecían una fortuna.
Sabía que iban a terminar en el almacén de Don Papo...no habiendo kioscos, a menos que quiera comprar estampillas y mandar una carta o ahorrar...otra cosa no se podía hacer con ellas. Habían pasado unos minutos del mediodía y el almacén abría a eso de las 4 (cuatro) o cuando alguno de los dependientes se despertaba.
Me acomodé en un caño que unía 2 columnas de la parte de atrás del correo y le hice guardia. En tiempo de niño...calculo haber estado como 5 años esperando. Hoy sé que no fueron más de 2 (dos) horas. Imaginé toda clase de objeto a comprar con mi pequeña fortuna. Al tope de la lista estaba la lupa. Pero también me gustaban un yo-yo y un trompo. Agudicé la vista y recorrí toda la manzana. Nadie más había perdido una moneda. Esperé y esperé hasta que escuché que la puerta se abría. Entré y me fui derecho para donde estaban los juguetes. No me podía decidir...el trompo era muy bueno, la lupa también, un juego de naipes me miraban desafiante. Dejé que el vendedor eligiera por mí. Extendí la mano, le dí las monedas y le pregunté "qué me alcanza con esto?". El muchacho generoso destapó un frasco y me dió 2 (dos) caramelos de menta, redondos, de esos que venían en tiras.
Por un rato soñé con la lupa y el trompo, pero no saben lo buenos que estaban esos caramelos. Me creen si les digo que cuando veo la fragata (el barquito) y el resero (el caballito) se me hace agua la boca y en vano intento encontrar un kiosco que los tenga? Serán ese el sabor de la niñez?
María, comiendo un Mogul de eucalipto...no es lo mismo...
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