Todo concluye al fin...
Regresó mi madre de sus merecidas vacaciones en Merlo con el centro de jubilados.
Habíamos calculado que el contingente arribaría a las 23.15. A esa hora encargué que un taxi la esperara en la dirección indicada. Por las dudas, para mayor seguridad, llamé a las 23.00. La buena noticia: el celular funcionó, no se encendió ninguna luz amarilla (¿?), la señal era buena y nos escuchábamos con claridad. Otra buena noticia, pese a la lluvia torrencia, había conseguido taxi...una fortuna tras otra.
Una mala tenía que haber entre tanta bonanza: al parecer, cuando ya casi estaban llegando al destino final, una de las chicas se despertó y se dió cuenta que habían pasado su parada hacía ya bastante. Increpó al chofer por no haberle avisado del hecho. Palabra va, palabra viene, para evitar un ataque de hipertensión o algo peor, desandaron el camino y la llevaron hasta su parada. Encima de todo, con los nervios, la compañera jubilada, no recordaba donde le habían dicho que debía bajar. Afortunadamente alguien la conocía y le dió las indicaciones. Todo bien, pero, a las 23.15 no iban a llegar ni de casualidad.
Al no tener mi madre la más mínima idea de donde estaba, ni qué hora era, ni cuando faltaba, el coche 130 de Taxi del Plata, como todo un caballero, la esperó hasta 45 minutos pasados la medianoche. El costo del recorrido: $13...la espera $20. En fin...la cosa era llegar y no mojarse.
Después de haber recibido el afectuoso saludo de Pulgui y Mickey, sus dos gatos mascotas, me llamó para decirme que la pasó muy bien, que el hotel era muy lindo, que hacía bastante calor pero que estuvo bueno. Tardé en reaccionar cuando me dijo "pero sabés qué? Este viaje no es para cualquiera, eh? Es para gente que camina". Me pareció una obviedad, en principio...pero luego comprendí que lo que para mi es una tarea diaria, para algunos integrantes de su grupo de amigos "Jubilators" no lo es: alguna de sus amigas, ex-compañeras de la escuela, han perdido la capacidad motora y tal condición es imprescindible para irse de vacaciones.
Di gracias al darme cuenta que mi madre no sufre de ningún impedimento, le di las buenas noches y me fui a dormir.
El televisor esta vez no se encendió solo...desenchufé todo aparato electrónico...no quiero desafiar a los poltergeist de la zona.
Tengo un tema para mañana que todavía no se cuanto tiene de verdad y cuanto de fantasía: la organización Roger Internacional. Llamé para solicitar "ayuda"...mañana les cuento como me fue.
María, contando los días (faltan menos de 3), las horas (faltan menos de 72)...jejeje
Conozcan al guía turístico...lástima el sonido del viento...
Etiquetas: Merlo Roger Internacional
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