Todo concluye al fin...
Tal como la leche el sachet y los medicamentos, esto de la vida pueblerina, para mi, tiene una fecha de vencimiento. Puedo contarles varias historias: un señor chaqueño pidió un préstamo a un banco, pagó 30 cuotas, en una se retrasó y le ejecutaron la prepiedad. Vendió la casa en Resistencia y compró 3 (tres) acá. En una vive, la que está mirando el dique, las otras dos las alquila en temporada. Se puso una regalería. Vive bien. Tiene hogar de leña. Y todo eso me enteré sólo porque le pregunté si aceptaba tarjeta de débito. Se imaginan si llegábamos a viajar juntos.
El cyberbar al que vengo...pasó de ser novedoso a rutinario...el café está bueno...pero siempre somos los mismos parroquianos. Y a esta hora empieza la salida familiar...mucho pendejo tomando submarino con vainilla...tiran todo...no son civilizados...no deberían salir a la calle todavía.
Los meseros ya me conocen. Cuando bajo de la montaña, este es mi primer punto de parada, por lo que siempre me han visto cag... de frío...y muy atentos me atienden al toque, trayéndome algo calentito y rico. Me habilitan la PC sin que se las pida...unos fenómenos. Pero ya estoy extrañando los mozos que te atienden mal, los que te traen lo que quieren y cuando quieren, que te achacan con los precios y te sacan las ganas de volver.
O todo esto es verdad o es una simple excusa para justificar que se me termina el tiempo y mañana me tengo que volver...no lo se. Mientras termino mi capuccino preparo todo y me voy a la feria a tomar algo y escuchar música. Un pibe de rastas de colores toca el saxo como Facundo Arana.
Gente, el aire de la sierra cansa, voy a empezar a irme.
Nos estamos viendo
María, esperando que no me decomisen el cargamento de peperina que me estoy llevando...;)
1 Comments:
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