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domingo, enero 03, 2010

Al otro lado del río 

En este afán por saber qué nos deparará el futuro, compré un pasaje a un lugar de adelantados: Colonia, Uruguay.

Digo adelantados porque a los oriundos en la Banda Oriental, les llega la hora 60 minutos antes que a los argentinos. Ese raro efecto provoca que siga sin saber la hora...igual que en BA...pero ahora con algo de fundamento.

He visto el futuro...no es como en las películas...es peor. Hay mutantes...pero no son humanos...son insectos. Se los solía conocer como mosquitos...ignoro cual será su nombre actualmente. Desarrollaron una rapidez que otrora identificaba a otros animales y a Usain Bolt en su hazaña de Berlín de hace unos meses: son rápidos!!!!!! Hasta donde sabía el sustantivo colectivo de los insectos en general era enjambre y de las langosta era manga. Bueno, éstos se mueven en un enjambre de mangas...son muchos y plagas. Aterrizan sobre los humanos y hacen estragos. La vestimenta dejó de considerarse una barrera...traspasan la tela de jean!!!! Ni hablar de la bambula, el lino y la gasa.

Subestimé la amenaza...pensé que era falta de costumbre y que iban a estar diezmados para la noche. Entre los que maté a golpes y los que me tragué por error, calculaba haberme hecho cargo de unos cuentos...y mucha gente hacía lo mismo...así que pensé que estábamos ganando la batalla.

Caminaba por la tarde buscando un lugar donde tomar algo fresco y descansar. Primero descarté la posibilidad de hacerlo en la vereda...después busqué lugares cerrados...por último me decidí por el que en la puerta rociaban con Off a los parroquianos. Era una especie de 'Off al paso'.

Se las hago corta y gráfica: asustaron al gran Yabor que tuvo que bajar de la terraza de El Lobo con su tumbadora e improvisar escenario en un lugar cerrado. Temí en un principio que cambiara el ritmo de las canciones como para tener la excusa de pegarle al parche más seguido y poder disminuir la plaga.

Mientras escribo me miro los brazos llenos de ronchas y trato de calcular cuanta sangre he dejado por estas tierras y creo que es bastante. Pensar que no puedo donarla porque he tenido hepatitis de chica y estos imitadores de vampiros no temen quedarse amarillos.

Colonia sigue siendo un lugar para todo el año...pero el atardecer hubiese salido mejor en las fotos si no tuviera que estar moviéndome todo el tiempo.

Recordé que en la cadena alimenticia, los sapos se comen a los insectos...debería hacerse realidad la escena de la película Magnolia en la que llueven sapos para poder con todos estas aves que se alimentan de sangre caliente. Ah, y tendrían que caer vivos también...

Me despido desde la capital mundial de restaurantes que tienen trovadores que venden sus discos entre los comensales. Sospecho que antes de habilitar un local se aseguran que vaya a haber alguien que con una guitarra cante éxitos de Silvio Rodriguez, Pablo Milanés, Luis Eduardo Aute y José Luis Perales. A propósito de eso, compré 2 (dos) discos de Jorge Schmid.

María, añorando el pasado sin mosquitos...
P/D. Voy a volver cuando hayan pasado los mosquitos...me quedé con ganas de escuchar a Yabor...