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miércoles, agosto 26, 2009

Caperucita, un espectáculo feroz 

Contadas con los dedos de una mano las veces que sentí profundas ganas de esperar a los protagonistas de una obra de teatro para felicitarlos. Siento que el trabajo del actor termina cuando se baja del escenario y no se si a todos les gusta que cuando no trabajan le hablen de trabajo. O sea, a mi no me esperan a la salida de la oficina para preguntarme como armar un reporte o como optimizar el acceso a una tabla...entonces...en general pienso que a los actores tampoco...

Pero hoy fue diferente. Mi esófago se había hecho un nudo marinero con el duodeno y apretaba el estómago. No salten acá los maestros ciruelas diciendo que es físicamente imposible. Vayan a ver una comedia negra como la que vi recién y después me cuentan.

Acá hice un paréntesis para buscar en el diccionario sinónimos para describir la obra, la dirección y las actuaciones sin caer en la redundancia. El diccionario de la real academia española me quedó chico.

La obra es, lisa y llanamente, ES-TU-PEN-DA!!!!!

Nombro a los protagonistas por orden alfabético solo para respetar el cartel: Valeria Bertuccelli, Héctor Díaz, Alejandra Flechner, Verónica Llinás.

Los odié, los quise, les temí, me asusté y me emocioné llevada de la mano de sus personajes. Estas historia de abuela, madre e hija mezclándose en la dosis exacta con el mentalista y la posibilidad de viajar hacia atrás, recordando, y hacia adelante deseando, sumadas al talento de los actores en escena, dieron como resultado uno de esos momentos que están para repetir.

Sin dudas Caperucita, un espectáculo feroz, entra en el top five de obras increíblemente buenas que vi este año.

Una puesta impecable y un estreno que no parecía tal...daba la sensación de una obra andada por la comodidad con la que se manejaron los actores.

Basta...podría seguir hablando de la obra y de lo mucho que me gustó, pero hay que madrugar.

Una vez leí que el teatro, en sus orígenes, solo era accedido por gente de la alta sociedad...gente bien...gente pudiente...gente que tenía su carruaje tirado por caballos que estacionaban en la puerta de las salas. Sabemos que los caballos no siempre se controlan...y tanto tiempo ocioso esperando que sus dueños salgan de la obra...bueh...para decirlo coloquialmente...los equinos defecaban en la calle. Siguiendo en el tren de la suposición, abundante excremento indicaba muchos carruajes y mucho público. Si eso es verdad, y si se me permite, deseo desde acá mucho de eso para la obra...se lo merece.

María, muy contenta después de haber visto una muy buena obra...
P/D. Las comparaciones son odiosas...pero bueh...me parece que en este momento es la mejor obra de la sala...:)
P/D2. En mi mente sigue dando vueltas esta melodía...

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