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domingo, mayo 13, 2007

Diferentes puntos de vista 

Así como mi memoria puede ser volátil, me cuesta olvidar las veces en las que me he reído mucho, mucho, mucho.

Si hubiera un ranking, casi al tope estaría la primera vez que vi "Mastropiero que nunca"...en el momento de la Cantata de don Rodrigo Díaz de Carrera.
Arrancar con unos aborígenes cantando "nos descubrieron, por fin nos descubrieron", para seguir con un "pasen y vean, que lindas tolderías", me da risa de solo pensar. Creo que es el humor por el absurdo, no? A quien se le ocurriría pensar que fuese cierta tamaña escena.

Bueno, parece que el siglo XXI les ha dado mucha licencia imaginativa a algunos. Con el debido respeto, se imaginan ustedes a los dueños de estas tierras, hace más de 500 años, deseosos de ser convertidos? Será que, en su lengua y a su manera, estaban pidiendo que vengan muchachos con sotanas a trocarles su fe?



María, con respeto...pero dudando...

Estamos teniendo unos problemitas con los reproductores de música en el blog...me encantaría pasarles la canción...les adelanto la letra. Ni les digo de donde es para que se sorprende de verdad cuando la pueda publicar...


Los hombre gritan, los dioses callan
los hombres matan en nombre de dios.
La guerra santa, caza de brujas,
ciega cruzada en la multitud.
Y en el temporal agoniza mi fe,
se derrumban los faros,
ves llorar a dios...

Veo en sus claros ojos...revolución,
sin armas ni banderas ni religión.
Ojos claros y oscuros de tierra y miel,
con nombres de otros dioses bajo la piel.
Lejos de los engaños del mercader
lejos de los templos y del poder.

Tengo conmigo otro dios
escapado de la cruz a la luz de la luz
furioso retador del poder y el deber y de los imperios de la razón

Tengo conmigo otro dios,
que nació en un cantegril
en el medio de mil
y que no vale más que un hombre común con su soledad.
Tengo otro dios

Muchos dioses...el mismo dios,
llevan prendido el mismo farol,
mendigando en un callejón,
de la indiferente civilización.

Una mujer morena suelta florece en el mar,
un hombre viejo llorando en una catedral,
un peregrino en el desierto de la humanidad,
un hombre santo rodeado por la soledad.

Con sus preguntas sin respuestas van a transitar
por los caminos que llevan a un mismo lugar.
A las tierras de los hombres alfareros
del destino verdadero, a los vientos de la libertad
Al urgente firmamento de los pobres
un planeta que se esconde que tendremos que buscar

Cada uno con su alma y cada cual con su fe,
con su trago de esperanza sin que nos pese la piel.

Como cada ser humano haya aprendido a vivir
al compás del lado izquierdo como un porfiado candil.

En un barco velero cargado de estrellas los hombres de arena,
van buscando la tierra prometida y ajena.
Navegantes eternos de cielo antiguos y mares lejanos
con la fe como escudo prendida en los huesos la sangre en las manos,
traspasando la vida como un fuego inmortal.

Cada uno con su alma
y cada cual con su fe,
con su trago de esperanza
sin que nos pese la piel

Soy un ciudadano disfrazado de inmortal,
cambio de planeta en un camión de celofán,
otro ser humano en el espejo del carnaval.

Se desploma el télón de la bacanal,
en la eterna función,
de la humanidad.
No hay más adios,
no hay más final,
es siempre un comienzo
los hombres partiendo y volviendo a llegar...

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